lunes, 24 de agosto de 2009

¿Salvame?

He leído tu respuesta con el ejemplo de la ambulancia y sobre si es o no innato en el ser humano recrearse en el aspecto morboso de la vida.

Partiendo de lo que me has comentado opino que se ha hecho mucha literatura social sobre este hecho y el derecho o no a la información libre que tiene todo ciudadano.

Pienso que el asunto es el siguiente: el ser humano es curioso por naturaleza. La curiosidad ha sido y sigue siendo la base de la evolución pero, si esa curiosidad (en principio inconsciente) se utiliza para ofrecer un tipo de información, pongamos que, interesada, bien porque sale barata de producir, bien porque tengo gente contratada en mi cadena por contrato a la que tengo que dar un cometido, bien por cualquier otro tipo de razón, entonces, nos estamos aprovechando, como tú dices, de una “debilidad”.

Estoy de acuerdo en que hay una tendencia morbosa dentro del ser humano pero el hecho de explotarla con fines comerciales; es decir; conseguir una mayor audiencia me parece indecente ya que la audiencia, para la publicidad, es como la miel para las moscas. A mayor audiencia mayor número de moscas, y más enriquecimiento de los de siempre.

La información es como la comida. La sociedad necesita “comer” información a diario y los medios son los encargados de servir esa información. Si al ciudadano le sirven caviar, pues come caviar; si al ciudadano le sirven “fast food” pues come hamburguesas. La publicidad se basa precisamente en ese postulado.

Hay programas como los del Nacional Geographic que satisfacen esa misma innata y morbosa curiosidad de la sociedad, sin distorsionar la oferta y además tienen un gran sector del público interesado. Yo prefiero ver como un león se come las entrañas de un antílope a ver las entrañas anímicas de un personajillo extendidas por el suelo de un plató a cambio de un sustancioso cheque: “Información pagada, información manipulada”

Y por supuesto, al ciudadano se le vende la “película” de su libertad de no solamente de mirar descaradamente dentro de la ambulancia, sino de conducirla. Dicho de otro modo, al ciudadano se le da la libertad de comer la basura de “comida” informativa que le dan o... de quedarse sin comer.

Pero independientemente de esta consideración está el problema de las audiencias. Me parece repugnante que este tema se haya institucionalizado hasta el punto de que, sin ningún pudor, se presente los índices de audiencia como el resultado de la propia lucha sin medir la calidad ética, estética y de contenido de los programas. Es un hecho ya ha aceptado por los profesionales de la comunicación y la sociedad: el que un determinado programa consiga el favor del público a cualquier coste. Y si para eso hay que sacar las miserias humanas a la palestra pues, ¡hala! A por la audiencia. Se me ocurre que puestos en ese camino y ahora que se está imponiendo la vía digital, incorporar un canal “gore” que seguro sería líder de audiencia, sobre todo si lo defendemos diciendo que es un derecho inalienable a la información “libre”. Yo creo que a alguna lumbrera de la cúpula de Tele5 ya se le habrá ocurrido tan brillante idea.

Y digo tele5 porque es esta cadena la que más descaradamente busca la audiencia sin medir las consecuencias que supone para la información en sí para la población que ve su nefasta programación. Un claro ejemplo, el programa “Sálvame”

Después cerrar uno de los programas de mayor audiencia durante la programación de tarde y de mayor audiencia y duración de la historia de la televisión, “Aquí hay tomate”

La audiencia de la tarde de esta cadena cayó en picado y sin posibilidad de remontarla, después de infructuosos intentos, las preclaras mentes de Tele 5 deciden volver a sus orígenes con “Sálvame”.

Este programa, con Jorge Javier Vázquez al frente, el mismo que presentó el “Tomate” y empleando las mismas fórmulas de periodismo amarillo y sensacionalista que el programa anterior sale a la palestra confesando sin ningún pudor el buscar la audiencia a costa de lo que sea.

Si en el “Tomate” la audiencia vino por el descaro de los directores del programa y del presentador que dio la cara en plantear una temática de la llamada prensa rosa (que según mi entender es un camino facilón y ñoño pero rentable del periodismo social) absolutamente descarnada, en este programa, “Sálvame” ya no se comenta de una forma cruel las noticias. Simplemente se inventan. Y para ello, que mejor que contratar la personajes (me resisto a llamarles periodistas) especialista en lo que ellos llaman “montajes” e invenciones varias.

Respecto a la estructura del programa, es más plana que el electroencefalograma de un muerto. Lo de siempre; como en el “Tomate”, un presentador gay (que ahora va de reinona de la fiesta sin la competencia de la presentadora pechugona) y una cohorte de “colaboraduladores” que son los encargados de comentar la temática del día al compás de la siniestra batuta de uno de los “presentadores” con menos cualidades para esta profesión de los que se han dado en toda la historia de este medio y que además v de “protagonista”

Y de dichos colaboradores, mejor ni hablar ya que uno de los máximos exponentes de esa caterva de descerebrados es la pobre chica esa que se ha hecho famosa a base de dar unas patadas al diccionario que para sí las quisiera la iniciadora de ese nuevo deporte, la modelo Sofía Mazagatos.

Eso sí, el programa tiene audiencia pero... lo dicho, de aquí a la televisión “gore” solo un paso.

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