lunes, 24 de agosto de 2009

Pasapalabra

Como sé que estoy criticando programas de la cadena Tele 5 me creo en el deber de romper este ritmo para, también, alabar algunos aciertos de esta cadena, entre los que se encuentra el programa “Pasapalabra”

Aquí se puede ver que el público, la sociedad, acepta de buen grado programas inteligentes, informativos y con los cuales disfruta, se entretiene y se informa, lo que evidencia que si los medios de comunicación quieren, pueden elevar el nivel ético y estético de sus programas sin perder audiencias y sin hacer concesiones al cotilleo morboso fácil y antiperiodístico.

La información es comida, la televisión el plato (sin acento en la o), los canales los restaurantes y el publico el consumidor.

En mi modesta opinión, hacer concesiones al sórdido morbo de la vida de personas que viven de contar sus mentiras o verdades personales aprovechándose de la curiosidad innata de la sociedad, es algo que no tiene calificación, por mucho que se disfrace de derecho a la información.

Pues bien, este programa, cuya tradición se remonta a Antena 3 (de casta le viene al galgo) que lo tuvo en antena y que luego pasó a la 5, es un programa sencillo que pertenece a la tradición de los programas concurso en el que se dirimen los conocimientos, la cultura y los reflejos mentales de los concursantes.

La sencillez de su producción permite conceder unos premios cuantiosos a los vencedores de estos concurso y si de la misma manera que explotamos la curiosidad humana para ofrecerle “programas de riesgo” – me refiero para la salud mental –, por la misma metodología, captamos el interés de espectador por intentar ser tan rápido y tan culto como los representantes. Incluso el “morbo” de ver sus caras cuando fallan o aciertan las preguntas o cuando son eliminados, no deja de hacer que el programa tenga gancho ¿No?.

Christian Gálvez, su presentador ha impuesto su propia impronta como presentador en un tipo de programa en el que el público suele ser el protagonista.

Chiristian, se limita a mantener el ritmo, la simpatía y el buen rollo del programa, concediendo “su sitio” a los concursantes. Un sitio que, por ejemplo, nunca a concedido el presentador Jesús Vázquez cuando ha conducido programas del mismo corte.

Él no pierde la comba de que el propio protagonismo del concursante puede crearle un bloqueo y está al quite para ayudarlo, siempre que no sea cuando este tiene que contestar a las preguntas del concurso.

En definitiva: un programa entretenido, divertido e informativo y que te deja un buen sabor en la boca y que al final hace que acabemos adoptando en mi casa al concursante programa tras programa.

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